Mientras el semestre se acaba como mecha de dinamita, todo para mí fluye a un curso a contracorriente, antinatural al parecer, pero entrando en una sintonía tendiente al equilibrio.
El enojo con mi ex pareja se acabó, y volvemos a darnos afecto, apoyo, contacto físico, aunque -y por acuerdo- no estamos en una relación formal. No más rabias, expectativas irrealizables o malos ratos, sólo dejar fluir.
Mi computador se descompuso, y sólo alguna que otra demora ha sido el único inconveniente.
Junto dinero para ir ver a Rush, y gasto menos en cigarros.
En mi práctica, con humildad y autocrítica acepté mis errores.
Las puertas que se me cerraron, dieron a ventanales que estaban más a la vista de lo que parecían.
En mi celular tengo 2 gb de capacidad y escucho casi todo el tiempo sólo dos canciones, en francés, del grupo Álcest. Reflexión, melodía y melancolía. Debo ser el único de mi ciudad que lo conoce. Y me importa poco, porque es un manjar para quien lo buscó.
(Parte 1)
(Parte 2)
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